Circular Río Madera – Refugio Campillo

 –Accesos. Inicio: al refugio casa forestal El Campillo se accede desde la carretera JF-7016 desde Segura de la Sierra o desde intersección con la A-317. Final: a Hornos de Segura se puede llegar igualmente desde la A-317.
  –Puntos intermedios con acceso rodado:
Lugar: Aldea de La Capellanía. Posición: Km 11,35. Tipo de vía: Carretera.
  –Poblaciones más cercanas: Hornos de Segura, Cortijos Nuevos, Segura de la Sierra, Orcera, río Madera.
  –Términos municipales por los que discurre: Segura de la Sierra, Hornos de Segura.
  –Enlaces con otros senderos: PR-A 194; PR-A 147; PR-A 148; PR-A 150.
  –Puntos de agua: Fuente del Avellanar (cerca del sendero), fuente de Los Ganados (cerca del sendero), abrevaderos antes de La Capellanía, aldea de La Capellanía, Hornos de Segura.
  –Puntos de avituallamiento. En el sendero: Hornos de Segura. Cerca del sendero: Cortijos Nuevos, Segura de la Sierra.
  –Alojamiento y restauración en el sendero y su entorno cercano: Hornos de Segura, La Capellanía, río Madera.
  –Ciclabilidad: Fuertes pendientes en cortos tramos de senda entre El Yelmo y El Yelmo Chico, y primer tramo de senda al salir de La Capellanía.

Lo mejor de la ruta

Esta etapa conecta los hermosos pinares de laricio del monte El Yelmo con el Conjunto Histórico-Artístico de Hornos de Segura, permitiéndonos disfrutar de una encantadora variedad de ambientes, que van desde los boscosos hasta los más humanizados.

El recorrido comienza por la pintoresca pista forestal asfaltada que asciende hasta la cumbre de El Yelmo. Luego, el sendero se desvía hacia las laderas de El Yelmo Chico, donde podremos admirar su peculiar arquitectura rocosa con impresionantes cantiles, cortados y formaciones caprichosas. Desde las laderas de este monte, se pueden disfrutar de vistas panorámicas extensas y variadas, ya que la ruta en esta zona es casi circular. Podremos divisar el embalse de El Tranco, el encantador pueblo de Hornos de Segura, los olivares que rodean Cortijos Nuevos, El Yelmo -el pico más alto de la zona- y las vastas masas boscosas de la Garganta de Hornos.

A partir de la pintoresca aldea de La Capellanía, cuya fuente-lavadero se asoma a la garganta desde un mirador privilegiado, la ruta desciende por el Arroyo de las Aceitunas, entre pinares de carrasco y antiguos huertos abandonados, para luego ascender a Hornos de Segura a través de un mosaico de pinares y pequeños olivares de montaña. Este pequeño pueblo está situado en una plataforma rocosa y coronado por un antiguo castillo árabe, rehabilitado como planetario y centro de interpretación astronómica. Pasear por las estrechas calles de Hornos y sus alrededores, contemplando las aguas del gran embalse de El Tranco flanqueadas por altas montañas, es una experiencia que vale la pena.

Toda la zona es ideal para la observación de aves rapaces, incluida el águila real, y grandes mamíferos como la cabra montés y el jabalí.

Descripción

 1. Km 0 – Refugio Casa Forestal de El Campillo
El lugar donde se inicia esta etapa, a 1440 metros de altitud, tiene una gran belleza paisajística y está a pie de carretera. Esta casa forestal tuvo una notable importancia en el pasado, como muestran su tamaño y las varias construcciones auxiliares que posee. En una de ellas está, precisamente, el refugio que se ha habilitado para el sendero Bosques del Sur. La zona está dominada por pinares de laricio y verdes praderías, añadiendo los chopos en otoño su color amarillo. El lugar es estratégico para la práctica del senderismo. Por un lado, es principio o final de la etapa 2 y etapa 3 del sendero Bosques del Sur. Pero además conecta con otras dos rutas señalizadas. Hacia arriba, con la subida a la cumbre de El Yelmo por la derivación 2, y hacia abajo, con un camino señalizado por la Confederación Hidrográfica del Segura que conduce a río Madera. También se puede bajar a río Madera desde el cruce de la etapa 2 con la variante GR 247.1 del sendero Bosques del Sur, opción que es un poco más larga. En cualquier caso, los caminos señalizados en el triángulo Segura de la Sierra-río Madera-El Campillo permiten al senderista diseñar a su medida diferentes recorridos circulares de gran atractivo. Nuestra ruta comienza por pista forestal asfaltada, en suave ascenso en medio de un gran pinar con abundancia de majuelos. Enseguida dejamos a la derecha el arranque del camino que sube a El Yelmo por senda. Encinas y algunos quejigos se unen al cortejo vegetal según avanzamos, y grandes vistas aparecen a la izquierda, hacia la Garganta de Hornos, que es un valle estrecho, profundo y densamente arbolado. La lejana Sierra de Cazorla cierra al fondo la perspectiva.

 2. Km 1,7 – Senda hacia El Yelmo Chico
Llegamos a una bifurcación. Hacia la derecha subiríamos a la cumbre de El Yelmo en 4 kilómetros. A la izquierda la pista desciende hacia la aldea de El Ojuelo, que está a 10 kilómetros, muy cerca de Cortijos Nuevos. Nosotros cogemos por ahí y a los pocos metros nos desviamos de nuevo a la izquierda por una senda. Pero antes no hay que dejar de asomarse al mirador natural que constituye el pequeño risco que tenemos justo a nuestra izquierda, cuyas amplísimas panorámicas nos impresionarán.
Una vez en la citada senda, veremos que se ensancha y baja al principio con rapidez. Se trata de una vieja senda tradicional que discurre entre rocas y pinos y que nos permitirá alcanzar el hermano menor de El Yelmo, llamado El Yelmo Chico, que en realidad constituye la prolongación de la mole de El Yelmo hacia el suroeste.

 3. Km 3,1 – El Yelmo Chico
La senda desemboca en la pista que rodea buena parte de este monte, uniéndose nuestra ruta al PR-A 150. Continuamos por la izquierda. Si cogiéramos por la derecha, atajaríamos, pero a costa de renunciar a todos los atractivos que nos va a deparar circunvalar El Yelmo Chico. Las vistas que se abren hacia la Garganta de Hornos son grandiosas, y podremos disfrutar de ellas durante bastantes trechos a lo largo de los próximos kilómetros, siempre envueltos por un bosque de pino negral salpicado con algunos arces. La pista va rodeando El Yelmo Chico en el sentido de las agujas del reloj.
Más adelante este giro es más acusado, apareciendo ante nuestros ojos el embalse de El Tranco, la Sierra de Las Villas al otro lado del Valle del Guadalquivir, y la de Cazorla al fondo. Un poco más adelante veremos también el pueblo de Cortijos Nuevos y las alineaciones exteriores de la Sierra de Segura, con aldeas en sus laderas como Arroyo Frío, El Pelón y Catena, en medio de un gran mosaico paisajístico de olivares, pinares y cortijadas. Tras estas elevaciones se divisa el bello pueblo de Chiclana de Segura, en la comarca de El Condado, y en el último plano, las lejanas llanuras manchegas.
La ladera por la que transitamos se orienta hacia el noroeste, lo que facilita que aparezcan más arces. A nuestra derecha vemos grandes paredones verticales, y encontramos un pequeño manantial cuya agua es recogida por un viejo tornajo de madera junto a un arce. No es infrecuente, por todos estos parajes, ver grupos de cabras monteses.
En el kilómetro 7 llegamos a un cruce. Si fuéramos a la derecha volveríamos al punto en el que la senda por la que descendimos de El Yelmo se unió a la pista que estamos recorriendo, siempre por el PR-A 150, por el que se puede hacer, por tanto, un recorrido circular en torno a El Yelmo Chico. Nuestra ruta, sin embargo, gira aquí a la izquierda, enfilando ya hacia la aldea de La Capellanía.

4. Km 7,7 – Cruce con pista a la Fuente de los Ganados
En este punto nuestra ruta gira de nuevo a la izquierda. Si tomáramos a la derecha iríamos por el PR-A 147 a la antigua casa forestal de la Fuente de los Ganados, un lugar muy agradable, con fuente (aunque no es seguro que tenga agua), a donde llegaríamos en unos quince o veinte minutos y que constituye un desvío aconsejable si vamos bien de tiempo. Nuestra etapa sigue contorneando El Yelmo Chico por la misma cara por la que hemos venido caminando durante el último tramo, pero ahora en dirección opuesta y a un nivel más bajo, haciendo un gran zigzag. Unos 300 metros más allá de este cruce sale una senda a la derecha, en fuerte descenso, que nos llevaría por el PR-A 147 a la aldea de El Robledo en aproximadamente una hora y media. Nuestra ruta continúa por la pista y entramos en una preciosa zona de encinar con numerosos arces y madroños, flanqueada por una espectacular arquitectura rocosa con grandes cantiles verticales coronado de contornos muy llamativos. Aquí los pinos son laricios en vez de negrales, ya que, a pesar de estar a menor altitud, la orientación norte de este tramo crea condiciones de clima más fresco que posibilitan la aparición de estos pinos por debajo de la franja bioclimática del negral, al revés de lo habitual. Pasaremos junto a un manantial con otro tornajo de madera, este más grande que el anterior, que crea un fresco rincón con abundante vegetación ligada a la humedad. Pronto se nos abrirán de nuevo profundos horizontes hacia Cortijos Nuevos, Hornos de Segura y las Sierras de Las Villas y Cazorla, y en el kilómetro 11,1 abandonamos la pista tomando una pequeña senda que sale por la derecha y que ataja para llegar a La Capellanía.

 5. Km 11,4 – La Capellanía
Llegamos a esta pequeña y encantadora aldea, que es un hito importante en esta etapa y donde merece la pena detenerse un rato para disfrutar de su ambiente de aldea segureña de montaña. Está habitada durante todo el año por unas pocas personas, y aún conserva el edificio de la pequeña escuela -ya inactiva- su era, y su lavadero. Es imprescindible acercarse a este último por un camino de unos 150 metros que sale hacia la izquierda de la aldea, y que constituye un rincón que no olvidaremos, con su fuente, sus pilas donde antes se lavaba a mano, el techado restaurado y un extraordinario mirador. Salimos de la aldea pasando por delante de la puerta de la vieja escuela, comenzamos a bajar y a los pocos metros abandonamos el camino para tomar una senda que sale a la derecha, a contramano. Descendemos con rapidez entre pinos carrascos, enebros y romeros hacia el fondo del barranco del arroyo de las Aceitunas, también llamado de La Garganta.

6. Km 12 – Barranco del arroyo de las Aceitunas
La ruta llega al fondo del citado barranco, que normalmente se puede vadear sin problemas porque lleva poca agua, pero en caso de necesidad de puede girar a la izquierda y en unos pocos metros pasamos el río por un puente. A continuación la senda se eleva y el arroyo queda abajo a nuestra derecha, cayendo sus aguas en pequeñas cascadas cuando hay caudal suficiente. Pasamos por algunos bancales ya abandonados, donde hay que estar atentos a las balizas de señalización. La zona es umbría y la vegetación heterogénea, pues a las especies propias del monte mediterráneo que crecen bajo los pinos carrascos, como lentiscos y cornicabras, se suman algunas propias de lugares con humedad, tales como fresnos y algún serbal común, a lo que se suman árboles que en su momento fueron cultivados y están ya abandonados, como olivos, higueras y nogales. Tras un cruce bien señalizado la sendilla se convierte en un camino bien definido. En el denso pinar de carrasco aparecen algunos quejigos y guillomos (Amelanchier ovalis). El camino va sobre una conducción de agua. Apenas tiene pendiente y es muy agradable, abriéndose hacia la derecha ventanas entre el arbolado por donde podemos contemplar los espectaculares poyos de El Yelmo Chico de donde venimos.
Al atravesar un pequeño olivar el camino se ensancha, para convertirse de nuevo en senda, que en algunos puntos es bastante aérea y tiene los tradicionales calzos de piedra seca. Pasaremos por otro olivar algo más grande en el que merece la pena fijarse. Es el típico olivar de montaña de esta zona de la Sierra de Segura, con viejos troncos retorcidos y muretes de piedra que abancalan el terreno para paliar la erosión. El lugar es extraordinariamente expresivo del aprovechamiento histórico de los recursos naturales en esta zona del parque natural, pues los olivos fueron plantados en laderas con acusada pendiente en épocas en las que su cultivo era importante para la supervivencia, a pesar de su poca productividad y lo trabajoso de su explotación. Rodeados de bosque mediterráneo y formaciones rocosas, componen un armonioso paisaje, del que a veces también forman parte aldeas y cortijadas, como bien podemos comprobar desde esta misma senda cuando alejamos la mirada hacia el amplio valle de Cortijos Nuevos. Hoy, la producción de estos olivares de montaña sigue siendo corta, pero la calidad de sus aceites es extraordinaria, tanto por las características del suelo y del clima como por la cuidada elaboración, sujeta a la normativa de la Denominación de Origen (AOVE) Sierra de Segura.
En el kilómetro 15,4 nuestra senda desemboca en una ancha pista forestal que hay que tomar a la izquierda, gozando desde ella de estupendas panorámicas hacia el citado valle de Cortijos Nuevos. Pronto nuestra mirada se verá sorprendida por la visión del pueblo de Hornos de Segura, coronado por su castillo.

 7. Km 16,4 – Hornos de Segura
Llegamos a este pequeño pueblo serrano por su parte alta. Una vez en el centro, además de recorrer con calma sus estrechas calles, debemos contemplar las grandes vistas que se divisan desde dos puntos, gracias a la situación elevada de la población, cuyo origen es defensivo. El primero es el mirador de El Aguilón, al que se accede desde la plaza, en la que también está la iglesia parroquial. Es, literalmente, un balcón desde el que veremos las relajantes aguas del embalse de El Tranco, que cubren la antigua vega de Hornos, y las grandes elevaciones montañosas que lo flanquean. El otro mirador está en la parte contraria del pueblo y es la Puerta de la Villa, de posible origen almohade, que es la típica puerta de entrada en codo para controlar el acceso fortificado al pueblo, con una escalera interior que da paso a una encantadora azotea con vistas hacia Cortijos Nuevos.
Es imprescindible subir al castillo, de origen árabe y recientemente rehabilitado como centro de interpretación astronómica, el Cosmolarium. También se puede pasear hasta los pequeños miradores que hay en las diversas salidas del pueblo y, en verano, refrescarse después de la caminata en la piscina municipal, pequeña, familiar y con una situación privilegiada.

Los Tiempos Oscuros para el Embalse de el Tranco

 Ha quedado algún testimonio escrito del drama que vivieron las personas afectadas por las expropiaciones para la construcción del embalse a principios de los años cuarenta del siglo XX. Si este proceso es siempre doloroso, mucho más lo fue en unos años en los que la democracia acababa de ser demolida en España, por lo que prácticamente no existían instrumentos legales ni políticos para que los ciudadanos defendieran sus intereses.
El siguiente texto pertenece al libro Recuerdos sumergidos, 1931-1941 (Editorial El Olivo, Úbeda, 1999), de Ángel Robles Rodríguez, nacido en la cortijada de El Chorreón -junto a la que pasa el GR 247-, que fue expropiada para la construcción del embalse. «Por el año 1940, llegó lo que desde hacía tanto tiempo estábamos temiendo: nos dijeron que había que desalojar de inmediato y derribar las casas (…). Entraron grandes cuadrillas de hacheros y tronzadores con grandes hachas cortándolo todo a tajo parejo, clasificando la madera y quemando la leña y las miles de encinas centenarias que hasta entonces habían cubierto las tierras de la Vega, que luego convertían en carbón. Aquellas tierras, en poco tiempo se quedaron como si hubieran recibido una bomba atómica.
Nosotros, al igual que todos los de la Vega, emigramos del lugar con todos nuestros enseres y animales. Cambiamos de tierras, de paisajes, de costumbres, de vecinos y de otras muchas más cosas que no tienen nombre, pero que fueron reales y se quedaron dentro de cada una de aquellas personas. Para todos fue durísimo aquel cambio, aunque cada uno lo sufrimos en silencio».